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¿Ordenador o Computadora?

By Arturo Delgado | Published  09/12/2005 | Spanish | Recommendation:RateSecARateSecARateSecARateSecIRateSecI
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Author:
Arturo Delgado
Estados Unidos
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Aun cuando estaba ocupadísimo leyendo el periódico en la oficina de mi trabajo, no pude pasar por alto el artículo sobre la controversia por el uso de las palabras ordenador y computadora. ¿Qué alternativa debemos tomar para efectos de uniformidad en la traducción de “computer” en distintos países?, ¿es una palabra más adecuada que la otra? Yo pienso que, como dicen en mi país, “ni chicha ni limonada”. O sea, ninguna de las dos.

Primero, porque ese monstruo de cabeza cuadrada que se ha infiltrado solapada y maliciosamente en casas y oficinas de medio mundo no tiene el menor respeto por lo que es el orden, la organización y la uniformidad. Ninguna de sus partes o aditamentos es estándar. El monitor, por ejemplo, puede ser de diferentes tamaños y monocromático o de color. La unidad central de proceso puede ir sentada o de pie con una memoria fantástica de varios megabytes o superfantástica de gigabytes o mofostrófica de “maybe-it’ll-bite”. El teclado viene ahora de diferentes formas y ni hablar de las impresoras que existen también de diferentes clases, incluyendo las que un amigo mío (que perdió su empleo como traductor hace poco) insistía en llamar “impresoras de avioncito de burbujas”, pero que los gringos (especialmente los que despidieron a mi amigo) conocen mejor como bubble jet printers. Por último, los discos flexibles son los menos “ordenados” pues los hay de 5¼ pulgadas o de 3½ pulgadas, y para colmo, los de 3½” con un solo huequito son de 720K pero los de dos huequitos tienen más capacidad, lo cual no lleva orden ni sentido porque uno pensaría que donde hay más huequitos lógicamente va entrar menos, pero ¡Quién le habla de lógica al dichoso ordenador! La única razón por la que habríamos de aceptar el término de “ordenador” es porque el insolente aparato siempre está dándonos órdenes: “Go to...” nos dice sin un “please” que disimule el atrevimiento; “Insert ...now” nos demanda con impaciencia, y “Check...and try again” nos increpa como si el programa lo hubiera comprado él y no nosotros. Y hablando de los programas del bendito “ordenador”, hay muchos que hacen exactamente la misma operación, como los procesadores de texto y las hojas de cálculo, ¿pero acaso aceptan que uno presione las mismas teclas para determinada función? ... ¿entonces dónde está el orden del ordenador?

Ahora, contra “computadora” no tengo muchos reparos siempre y cuando todos prometamos limitarnos a usar la palabra como sustantivo porque si empezamos a conjugarla como verbo nos puede meter en problemas muy escabrosos. Un viernes cualquiera, un compañero de la oficina te lanza la pregunta: “Manuel, ¿computas esta noche?” ¿y cómo sabes si te está hablando de trabajar en la computadora o de salir con unas señoritas de mala computación, digo reputación?

Pero si no es ordenador ni computadora, ¿entonces (como dijo Colón antes de tirar una moneda al aire para decidir si avanzaba hacia el Oeste), qué rumbo tomamos? En mi modesta opinión (y por favor no tienen que escribirme dándome las gracias) para esta caprichosa máquina que nos vuelve locos diariamente tratando de adivinar si esta vez nos va hacer caso con un “click” o con dos, el término más exacto para describirla es Enloquecedor Sistemático. Y lo de sistemático es imprescindible. Primero porque hay que enfatizar que no te vuelve loco de un solo porrazo como le pasó a ése que aceptó ser intérprete de un japonés y a último minuto se enteró que el japonesito era tartamudo, sino sistemáticamente: desde que te entra la locura por comprar el aparato, y poco a poco, conforme te da la locura de usarlo e ir comprándole todos sus accesorios para que trabaje contento y así sucesivamente hasta que te vuelves loco al no poder explicar como demonios no puedes aprender a manejar un aparato que hasta hoy sólo te llena la pantalla de ventanitas y en el cual has invertido más de dos mil dólares. Además lo de sistemático sirve también para recordar que esta máquina desequilibrante opera en tus sistemas. Sí, en tu sistema económico pues te quedas sin un real y seis meses más tarde te enteras que tu 386 ya pasó a la historia, tu sistema nervioso que revienta cuando, luego de 10 horas de trabajo, presionas “print” y la impresora no te hace caso, y tu sistema digestivo porque la frustración la sientes en el estómago, que te tiene (mínimo) dos horas en unas visitas “sistemáticas” al baño y que son simplemente “la locura”.

De ahí el término “Enloquecedor Sistemático”. Bien, los que estén de acuerdo levanten la mano, y los que no, levanten el brazo.



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