Si bien dudo que exista una sola manera de afrontar una traducción, me atrevo a listar a continuación algunos de los elementos que considero importantes y que podrían apoyar en la realización de una. Creo que con el tiempo, cada quien ajusta las tuercas a su manera y a su medida. En ese sentido, el presente punteo es el resumen de mi propia experiencia la misma que podría ser útil quizás a los traductores que comienzan a transitar esta ruta, no para seguirla al pie de la letra sino para conformar, a través de ella, su propia metodología de trabajo.
a) Traducir es hacer una interpretación de aquello que leemos. Nada más cerrado y con menos posibilidad de ser comprendido que una traducción literal (esto sin negar que hayan frases que traducidas literalmente podrían ser bien entendidas). Una buena traducción es un esfuerzo en el que debemos poner empeño a la hora de tener una frase coherente y bien lograda.
b) En el caso de las traducciones técnicas, que son las que manejo, hay que hacer un esfuerzo por explicar al lector el contenido del documento incluyéndose así una suerte de componente didáctico. No se puede olvidar que buena parte de estas traducciones están escritas por ingenieros y hombres técnicos que si bien conocen mucho de su materia suelen ser poco pulcros con el manejo del lenguaje.
c) Tratar las dudas con un respeto obsesivo ya que una mala interpretación en un manual de instalación de una máquina, por ejemplo, implicaría que, en el mejor de los casos, la misma no logre arrancar y en el peor, que causemos un accidente de trabajo. De surgir una duda en la traducción debemos intentar resolverla de la manera más acuciosa posible y no dejar de utilizar una manera de señalar esa frase con un resaltador (personalmente utilizo el resaltador amarillo para las dudas) si alguna oración o párrafo no me quedan lo suficientemente claros a la hora de entregar el informe y quiero compartir la interpretación realizada con otra persona que maneje el tema o que maneje el idioma. Sugiero marcar todas las partes en las que se tengan dudas (no importa cuantas sean) de modo de poder poner énfasis especial en estas partes. Este “código” de alerta implica, claro está, que existe una certeza absoluta con respecto a las partes “no resaltadas” de modo que los errores imperdonables del código no serían tanto los errores de sentido como el encontrar este tipo de errores sin haber sido resaltados lo cual significaría que los radares no podrían detectarlos y podrían pasársenos así errores de grueso calibre.
d) Como metodología de trabajo sugiero utilizar aquello que he denominado como “cuotas de trabajo”, es decir, un número de páginas o de palabras a traducir por día. Creo honestamente que no es tan importante el tamaño de la cuota de trabajo (podría ser hasta de 1000 palabras día) como la rigurosidad en el cumplimiento de la cuota diaria.
e) Dentro de este mismo concepto creo que no conviene hacer bloques de trabajo de más de dos horas seguidas. Quizás sean simplemente sensiblerías de trabajador independiente que no acomodan ya a esta época pero siento que a las dos horas de trabajo uno empieza a bajar su nivel de producción y a no entender frases que, afrontadas dos horas más tarde o, en una nueva jornada de trabajo, parecerían no tener más que una dificultad media. Por lo demás, cada quien tiene un ritmo específico que debe ir descubriendo.
f) De no poseerse la ayuda de un programa de traducción asistida (tipo Trados o Deja Vu), sugiero trabajar siempre con dos documentos Word a la vez, uno en el que se conserve la versión original intacta y otra en la que se empiecen a hacer las traducciones. A veces pasa que perdemos accidentalmente una oración o una palabra o que el formato o la numeración se nos desbarata. Estos errores serían irreversibles si trabajamos sobre la versión original de modo que no es mala idea tener una copia que nos acompañe constantemente aprovechando el hecho de poder abrir más de un documento word a la vez.
g) A este respecto, pasa también que traducimos a veces una palabra de manera precaria en el sentido en que su acepción más justa se nos va revelando a medida que avanzamos en el trabajo. La versión original nos suele dar una mejor posibilidad de volver hacia atrás en la búsqueda de esa palabra para sustituirla, ahora si, de manera definitiva, por aquella que nos parece la correcta.
h) El uso de los diccionarios electrónicos es de mucha utilidad ya que nos ahorran el valioso tiempo que uno utiliza buscando una palabra en un diccionario versión dura. Los glosarios existentes en Proz así como el WordReference (http://www.wordreference.com/es/) son herramientas con las que no se puede ni se debe dejar de contar.
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